lunes, 29 de septiembre de 2008

De primaveras, elecciones, nuevos vientos y otras yerbas o simplemente en septiembre no hay segunda sin tercera.





Pensé que la anterior sería la última nota de septiembre, pero en realidad como sigue el espíritu dieciochero me pareció que podía darme el gustito de disfrutar de una tercera.

Y llegó la primavera… la alegría … sí, también la alegría, pero de mano del Circo du Soleil.

Una de las cosas que más me llamaba la atención cuando vivía en Moscú era que la primavera llegaba por decreto el 1 de Mayo. Sí, y no es chiste. Uno salía a pasear la noche anterior y por todos lados veía trabajadores plantando flores para recibir el desfile del Primero de Mayo.

En Santiago es un poquitín diferente, máxime si es en año electoral. El 21de septiembre pasó inadvertido, pero la noche del 25, en vísperas del inicio legal de campaña, por doquier se preparaban los candidatos y el reto resultó ser similar al de fin de año, hasta que llegaron las doce de la noche y oficialmente empezó la campaña electoral. Desde una candidata en baby doll, pasando por un candidato al cual literalmente le empelota la política, hasta otros, con la comuna en su corazón.

En Chile lo que abunda hoy son los candidatos, miles de candidatos a alcaldes y concejales. En mi familia suelen decir que tiendo a exagerar un poco las cosas, pero este no es el caso: son miles, literalmente.

Salgo a disfrutar del aire primaveral y encuentro que mi barrio, está invadido de palomas, palomitas, palomotas. No son precisamente aves, ni menos llevan una rama de olivo en el pico. En todos los rincones se ve propaganda: volantes, rayados. Vivo en San Miguel y tengo más que claro que votaré por Julio Palestro para Alcalde y por Carlos García para Concejal, ya que han realizado un muy buen trabajo en estos cuatro años. De modo que ni siquiera hago amago de recoger un volante en la calle, pero en mi jardín inevitablemente tengo que hacerlo y los leo solo para comprobar mi teoría: los candidatos que más hablan del cuidado del medio ambiente, de los residuos domiciliarios, son finalmente los que más ensucian y contaminan.

No estoy contra las campañas ni mucho menos, pero sí de la forma en que se hacen. Me quedo con el tradicional y personalizado puerta a puerta, el entregar en la mano de la vecina o vecino la propaganda. Prefiero la conversación, el diálogo, sobre todo cuando la comuna es el núcleo básico de nuestra democracia. Es en los gobiernos locales donde los ciudadanos debemos participar activamente y para eso necesitamos candidatos que recorran a pie y conozcan a cada uno de los vecinos. Pero en fin, llegará el día en que votaremos digitalmente, y eso a lo mejor nos traiga campañas ambientalmente más amigables.

Con todo, está bastante más entretenida la política…. Las elecciones municipales de este año vienen cargadas de sorpresas. Por fin, no es más de lo mismo. Por primera vez la concertación va en listas separadas para concejales, por primera vez hay pacto por omisión con el Partido Comunista, por primera vez los descolgados de la Concertación llevan sus propios candidatos. Lo que a algunos podría parecer desastroso lo encuentro fantástico: de a poco la ingeniería electoral binominal se empieza a desarmar.

Será el efecto de la primavera… pero creo que finalmente estamos avanzando para lograr un país políticamente más democrático y terminar con el sistema binominal excluyente…





sábado, 20 de septiembre de 2008

De Te Deum laudamus, elecciones y otras yerbas o simplemente en septiembre no hay primera sin segunda



El Te Deum Ecuménico del 18 de septiembre de 1972 sería el segundo de este tipo y el último del Presidente Salvador Allende. En esta foto tomada ese día a su derecha se encuentra el Presidente del Senado, Ignacio Palma, y a su izquierda, el Presidente de la Corte Suprema, Manuel Urrutia, y el Ministro del Interior, Jaime Suárez.

Al asumir como Presidente de la República en noviembre de 1970, el Dr. Salvador Allende G. al entonces Arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez, que el Te Deum tuviera carácter ecuménico, a lo cual éste accedió. Así, en 1971 el Cardenal Raúl Silva Henríquez invitó a la Catedral Metropolitana de Santiago a obispos y pastores de otras Iglesias a participar con sus oraciones en la ceremonia. De modo que el Te Deum Ecuménico es otro de los legados de Salvador Allende.

Te Deum laundamus, que significa A ti, Dios te alabamos, es un himno muy antiguo cuyos orígenes se remontan al siglo IV y se le atribuye a San Ambrosio su composición.

Este canto de acción de gracias a Dios, se instaló en nuestras tradiciones en 1811 cuando José Miguel Carrera pidió a la autoridad eclesiástica de la época que se celebrara para conmemorar el primer aniversario de la Junta Nacional de Gobierno. Grandes compositores de todo tiempo y lugar han aprovechado para elaborar exquisitas piezas musicales para coro y orquesta. En Chile , la música del Maestro Vicente Bianchi nos acompañó desde 1970 al 2000. El año pasado se estrenó una versión cuya música es obra de Fernando Carrasco.

Siguiendo con la historia, en un comienzo este canto de gracias se entonaba al final de la misa. Se dice que fue a petición de Miguel Luis Amunátegui que en 1870 el Te Deum se comenzó a celebrar cada 18 de Septiembre sin eucaristía. (En aquella época para recibir la comunión se requerían varios días de ayuno).
Empiezo a buscar alguna fuente que me corrobore que fue Amunátegui el autor de la iniciativa. Los textos que encuentro en internet dicen todos lo mismo, pero por alguna razón no terminan de convencerme. La duda me intranquiliza y parto a mi escritorio a buscar en la biblioteca la Historia de Chile de Encina-Castedo. Debo admitir que no hallé la respuesta.

Sin embargo, lo que encontré durante la búsqueda hizo que olvidara la razón que me llevó de abrir el Tomo II de Encina Castedo. Amunátegui, Ministro del Interior en la segunda administración de JJ Pérez, al exponer su programa en la Cámara de Diputados afirmó: “Los gobiernos tienen el imperioso deber de garantir a todos la más amplia libertad para difundir sus ideas y hacerlas aceptar; pero, al mismo tiempo, tienen el no menos santo de evitar, en cuanto de ellos dependa, los arranques y discordias civiles…” “La diversidad de opiniones, conveniente y necesaria, no justifica en ningún modo la existencia de odios profundos y encarnizados entre los individuos de una misma nación, entre hermanos que deben trabajar por la prosperidad de la patria común.”

Me entusiasmo y sigo leyendo. Me encuentro con la libertad de exámenes promulgada el 15 de enero de 1872 por el Ministro Abdón Cifuentes pero esa gran iniciativa me parece la nada misma cuando descubro que Amunátegui en el Gobierno de Aníbal Pinto, siendo Ministro de Justicia e Instrucción Pública, resolvió por decreto, dictado del 6 de febrero de 1877, que las mujeres podíamos ser admitidas a rendir exámenes válidos en la Universidad de Chile para optar a títulos profesionales siempre que nos sometiésemos a las mismas condiciones de los hombres.

¡Grande Amunátegui!

Qué dirías hoy si vieras a una mujer Presidenta en Chile en un Te Deum Ecuménico justo además al día siguiente de que Salvador Allende ganase su segunda elección…Esta vez desde la eternidad, como el personaje más importante de nuestra historia.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Septiembre y otras yerbas o simplemente septiembre

En algún momento, en clases de ciencias sociales, estudiando el primer periodo de don Arturo Alessandri Palma seguramente escuchamos al pasar la historia del “ruido de sables” y no prestamos atención mayor. Corría el año 1924 y el proyecto de dieta parlamentaria sería el detonante que hizo estallar el malestar existente en el Ejército. La oficialidad asistió a las sesiones del Senado para manifestar su desagrado y cuando el ministro de Defensa les solicitó retirarse, los militares hicieron notar su malestar haciendo sonar sus sables. Ibáñez encabeza el movimiento. Alessandri se va del país y surge la Junta de Gobierno de Septiembre de 1924. Luego vino la constitución de 1925 y bueno la historia es conocida. Todo esto ocurrió en un mes de septiembre

Cuando éramos niños la ilusión de la llegada del mes de la patria era muy grande. Septiembre, en nuestras fantasías, significaba volantines, trabajos manuales haciendo guirnaldas tricolores, pero sobre todo, para nosotras las niñas: la compra de la tenida diciochera. Era una época en la cual uno tenía el uniforme de colegio y un par de tenidas domingueras. Cuesta transmitir la ilusión y alegría que acompañaba la llegada de septiembre, el sólo imaginar ir a “Santiago” a comprar un vestido y un par de zapatos blancos Bata, era lo máximo. Ahora la gente va de La Cisterna al Centro. Nosotros íbamos a Santiago.

Septiembre hace 35 años es otro. Nos cambiaron el país y nos transformamos. La cueca se empezó a bailar en todo el mundo, los exiliados haciendo el ocho en los lugares más recónditos del planeta, y en Chile, la Cueca Sola. en el nombre de la memoria, para transmitir el recuerdo de los detenidos desaparecidos.

Con alegría celebramos pasar agosto, lo que no significa esperar septiembre con el mismo espíritu. El peso del dolor profundo de una sociedad se transforma en una carga con la cual es difícil transitar por las calles en estos días.

Es 11 de septiembre, recibo temprano un correo de mi amiga Laura donde me dice: “Amiga espero que esté en paz con su alma y corazón. Imposible no recordar a tú papá este día, es como si el cuerpo mintiera y que 35 años son un día, son horas. Dónde estábamos, qué hacíamos, cómo supimos que la Moneda era atacada. Qué pasó con esa fuerza, en que nos fuimos transformando, cómo hemos llegado a estar con conformismo inconformista. Por lo que llegamos a ser hoy, de lo que no me enorgullezco mucho, te abrazo fuerte.”

Luego hablo con mi hermano Bernardo y me cuenta que ya cumplió. Temprano fueron con un pequeño grupo a dejar una ofrenda floral a la calle Salvador Allende en Moscú. Le comento que a diferencia de años anteriores no iré al homenaje organizado por el Partido, sino que iré sola a presentar mis respetos al Presidente Salvador Allende. Aún recuerdo del dolor que me causó el acto del año anterior.

Ya que estoy en el centro, decido ir a ver a Laura al Brown y retribuirle el abrazo que recibí temprano por mail. Nos damos un fuerte abrazo y nos conversamos un café cortado.

A medida que vamos hablando en la complicidad del día, de repente le relato el profundo dolor que me aflige: Durante un par de meses han estado trabajando en la calle Londres (donde está mi oficina), reponiendo los adoquines. Ya esta casi todo terminado. Salgo a recorrer y me detengo en Londres 38 y me encuentro con placas recordatorias en el suelo con el nombre y la edad de los jóvenes asesinados en ese centro de tortura. Siento una impotencia tan grande cuando me doy cuenta lo que estoy pisando y me pregunto: ¿a quien se le ocurrió brillante idea, ¿acaso no era posible hacer un memorial en el muro? ¿o nuestro afán de imitar a otros obnibula nuestra conciencia?

En medio de mi desahogo, le cuento a Laura que estando en Tunisia, siempre tuve la precaución de ir por la vereda del frente cuando veía un café con hombres árabes disfrutando de sus pipas, en señal de respeto…

De regreso a mi oficina paso al Partido, entro al memorial que hay en la sede y comparto con mis queridos amigos. De repente mis ojos se detienen en un nombre Bernardo Maldonado. Recuerdo sus ojos verdes y la última vez que lo vi …iba caminando por una calle de Temuco con el poncho que me había regalado mi padre para mi cumple … iba al hogar universitario… nunca volvió… lo mataron el 26 de septiembre del 73.

¿Seremos capaces de demostrar nuestro respeto sin pisotear la memoria de los caídos?

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Del aniversario del Movimiento Democrático Popular, de gobierno ciudadano y otras yerbas o uno de los legados del Papa a la democracia chilena

Se cumplieron 25 años de la fundación del Movimiento Democrático Popular, MDP, referente político nacional que agrupó al PC, al MIR, al PS Almeyda, al PS 24 Congreso y sectores del MOC y del Mapu. El MDP emergía junto con las organizaciones democráticas independientes como una alternativa nueva, diferente, con una importante capacidad de conducción. La rebeldía de septiembre sería creciente.

Un grupo de jóvenes invitó a reencontrarnos, a revivir esos momentos, el día 29 de agosto. La convocatoria entre otras cosas decía: “Alegres, rebeldes y con todos los sueños a cuestas, nosotros, los jóvenes de entonces, fuimos capaces de organizarnos para enfrentar a una de las dictaduras más sangrientas del continente.
En ese esfuerzo entregamos lo mejor. Postergamos proyectos personales, académicos y laborales. Superamos sectarismos y diferencias, y nos hermanamos en el esfuerzo de construir una sociedad justa, libre, democrática e igualitaria.
Es cierto, el Chile de hoy no es el que soñamos construir, pero la recuperación de la democracia no habría sido posible sin nuestro esfuerzo.”

Hasta el día anterior, yo había confirmado mi participación. Inevitablemente retrocedía 25 años y aparecía en mi retina: el tata Maroto, sus huesos enchapados en carne. con su eterno maletín para hacer contacto con la tierra; las tensas reuniones del Secretariado Ejecutivo; la organización de la Primera Asamblea Nacional del MDP; la emoción de nuestros corazones henchidos cuando cantamos el Himno Nacional.

Sí, todo eso fue hasta el mediodía del evento. Del viejo mundo, de mi oficina ubicada en París con Londres, crucé el Atlántico del la Alameda y llegué al nuevo mundo a través de la calle Nueva York. Iba a almorzar a mi lugar favorito del centro -el Restaurante Brown, en Almirante Gotuzzo- vería a mi amiga Laura Naranjo, a Vicky Gutiérrez y celebraríamos el cumpleaños de una querida amiga y gran representante del humanismo cristiano, Martita Canto.

Estaba feliz ante la perspectiva de esa reunión, que como siempre nos permitiría intercambiar opiniones sobre esas cosas típicas de mujeres: la participación ciudadana, la corrección del modelo, el deseo de muchos de vivir como el primer mundo pagando impuestos haitianos y, naturalmente, el gobierno ciudadano.

Iba cual caperucita roja a visitar a la abuelita (sólo me faltaba ir cantando, con lo desafinada que soy, ¡dios os guarde!) cuando de repente la realidad, brutal, me golpeó.La Plaza de la Constitución estaba cerrada con vallas papales para los peatones, pero curiosamente los vehículos podían transitar por la calle Moneda, como siempre, de oriente a poniente. Le pregunté a un señor carabinero: “¿Si me subo a un auto puedo pasar?”. Me miró y respondió categórico: “Sí, señora”. Esa última palabra hizo que la procolalia no brotara de mis labios. Por suerte, mi recorrido no tenía contemplada la Plaza Ciudadana, que siempre esta vedada. Llego al encuentro con mis amigas y en lugar del “feliz cumpleaños” lo único que se ocurre decir es: menos mal que es un gobierno ciudadano.

A medida que transcurre el almuerzo vamos pasando de un tema a otro: el interesante encuentro que tuvimos con José Miguel Insulza, los potenciales candidatos presidenciales y qué pasará con las municipales. Nuestras risas invaden el Brown, ironías van y vienen respecto a la fronda aristocrática y de cómo llegaremos al bicentenario. De súbito, recuerdo la proliferación de separadores metálicos de personas en el centro de la ciudad y concluyo medio en broma que la visita del Papa el año 87 hizo un aporte “fundamental” para la futura democracia y expresión ciudadana: las vallas papales.

Regreso a mi oficina decidida a asistir a la celebración de los 25 años del MDP. No es precisamente lo que soñamos construir, pero tenemos un Estado democrático, donde como dice alguien “las instituciones funcionan”. De modo que a trabajar se ha dicho, somos una organización no gubernamental y, cosa curiosa, este año ganamos una licitación en el Sistema Chile Compras. Nuestra secretaria ejecutiva, la ingeniero Nury Vázquez, se comunica por teléfono con su contraparte técnica. Por lo que oigo de la conversación, ni en sus sueños más audaces Kafka podría haber ideado un diálogo de tales niveles de absurdo.

Me viene a la memoria el rasgo quizás más relevante de los funcionarios de la dictadura: el desprecio. Y ahora, en democracia, la insensibilidad del burócrata facilita el riesgo de transformarse en una motivación para el desprestigio del sistema.

Finalmente… parece que no era mi día. De la oficina decidí partir a casa y a pensar cómo llamar la atención sobre cuestiones tan elementales como que la Plaza Ciudadana sea lo que su nombre dice, para poder ver allí jóvenes sentados, leyendo, pololeando o simplemente... soñando.