jueves, 30 de octubre de 2008

Simplemente Jaime Suárez y las Golondrinas



Jaime Suárez y las Golondrinas. Escrito por Jorge Uribe Navarrete y publicado en La Nación los primeros días de noviembre de 1993. Jorge falleció en enero de 2008 y vaya mi homenaje para ti a 15 años de tus palabras.

Jaime Suárez y las Golondrinas
Atípico fue el funeral de Jaime Suárez Bastidas el sábado pasado, en el Cementerio Metropolitano, A los sones mágicos del tradicional cántico mexicano de despedida –Las Golondrinas- sus restos se reunieron con los de su amada.

Lo conocí en 1969, en medio de los avatares de la campaña de Salvador Allende. Trabajé como su subordinado cuando fue el primer Ministro Secretario General de Gobierno de la Unidad Popular. Pronto se fue al cargo de Ministro del Interior. En 1973 ya era Senador de la República.

Y comenzó la gran sequía. Jaime salió del país amparado por la generosa protección del Perú. Luego, cumpliendo funciones encargadas por el Partido Socialista, vivió en Moscú y en Berlín.

A la postre fue a México, nación en la que fue feliz al grado que su afecto por ese país se transformó en pasión. Y allí nos hicimos amigos, atizonados por las nostalgias de la patria lejana y postrada, afecto que renovamos tras el retorno.

Apenas unos días antes de morir me llamó para instarme a leer un artículo que había escrito en LA NACION, en el que se refirió a ese “amate vegetal” que es la geografía mexicana, un fundido de colores que penetra en el alma.

En unos de loa párrafos, Suárez recordaba la vieja leyenda mexicana que señala que por las noches, en algunas solitarias campiñas del Estado de Morelos, cuando el viento se cuela entre los árboles, se escucha el galopar del caballo de Emiliano Zapata, que continúa en su lucha por corregir las injusticias sociales.

En un ramalazo de rebeldía, Jaime apuntaba que ese mismo caballo debería seguir cabalgando… pero en Chile, básicamente por las pobladas calles de San Miguel.

En trasnochadas conversaciones rememoramos muchas veces los últimos lustros de nuestro Partido Socialista, en el que compartimos años de esperanzas y luchas, triunfo y emoción, derrota y persecución, para arribar después hasta esos opacos, insaboros, incoloros.

¡Por qué no habré aprovechado más la sabiduría del maestro!

Nunca lo sabré, aunque el pasado sábado intuí, cuando escuchaba a los mariachis cantar sobre su tumba, que me será difícil olvidarlo.

lunes, 13 de octubre de 2008

De miradas de futuro, desafíos, audacia y otras yerbas o simplemente como dijo el chino…

Un hermosa mañana de un soleado sábado de octubre nos reunimos un grupo de personas en un encuentro que llevaba por nombre Una Mirada hacia el Futuro – Diálogo con José Miguel Insulza.

Estábamos, literalmente, en la punta del cerro, pues nos congrega la Casa de la Cultura Anáhuac, en el San Cristóbal. Una concurrencia entretenida, amigos que hacía tiempo no veíamos y, sobre todo, la alegría de sabernos en la misma parada. Tema que no es menor en vísperas de definiciones de candidatos presidenciales.

El planteamiento central de José Miguel Insulza, a mi entender, fue la necesidad de cerrar un periodo en la concertación y en el país. Avanzar en reformas que permitan al país afrontar los desafíos que implican la globalización y el nuevo escenario mundial, con la participación de los ciudadanos como sujetos de derecho.

En otras palabras, una reforma del Estado que, junto con garantizar los derechos de los ciudadanos, termine con la desigualdad y permita una mayor democratización y participación de las personas. Para eso, propuso una reforma de la Constitución que refrende esas garantías con el objetivo de alcanzar un Estado de Bienestar.

Nos invitó y provocó con los temas pendientes para crear las condiciones institucionales y políticas que permitan acabar con la desigualdad y abordar las transformaciones que Chile requiere para dar un salto al desarrollo. Por ejemplo: ”Nuestro sistema tributario no redistribuye” . Si queremos vivir como en el primer mundo, con sus servicios de salud, educación y transporte, tenemos que estar dispuestos a pagar impuestos, y no impuestos africanos.

Escuchaba atentamente. Entre la robustez de su intervención y mi ya recurrente escepticismo sobre cómo la Concertación sigue haciendo más de lo mismo, apareció el chinito que todos llevamos dentro: te cleo o no te cleo.

Y ahí me dí cuenta la razón de que esta reunión se desarrollara en ese Centro Cultural Anáhuac. En un momento, algo me hizo click (seguramente algún especialista me lo podrá explicar). Con convicción y claridad, dijo: un Estado democrático es una lucha que tenemos que dar y la nueva constitución tiene que garantizar todo aquello que queremos proteger. Lo habrá dicho mucho mejor, pero más o menos así se me grabaron sus palabras.

Anahuác significa la tierra entre las aguas o un lugar junto a las aguas y ahí entendí que estaba en terreno firme.. Las palabras del pánzer no eran más de lo mismo, muy por el contrario. Pero hay que tener audacia suficiente para hacer transformaciones profundas. La elecciones se ganan o se pierden, aunque Chile debe ser uno de los pocos países que luego de conocidos los cómputos electorales, todos ganan.

En esta vuelta me asiste la convicción que la única forma de ganar las futuras presidenciales es estar dispuestos a perder. Sí, dispuestos a perder. Los contingentes de burócratas y tecnócratas enraizados en todos los estamentos debieran preocuparse y entender de una vez por todas que, como dijo Insulza, la lucha que tenemos que dar es por un Estado Democrático y una nueva Constitución.

Llego a casa contenta, entusiasmada con mi candidato a Presidente y mi hijo me dice: “Ay, tú siempre te ilusionas y después... siempre lo mismo: sistema binominal, mas bien nominal, pésima educación pública y suma y sigue...”

Prefiero no hacerle caso a mi hijo y me voy a mi biblioteca y saco el ensayo de Alfonso Reyes “Visión de Anáhuac” (1519) y encuentro ahí las palabras precisas para sacar la conclusión de la jorrnada: “Lo nuestro, lo de Anáhuac, es cosa mejor y más tónica. Al menos, para los que gusten de tener a toda hora alerta la voluntad y el pensamiento claro”.