martes, 7 de septiembre de 2010

En Septiembre, simplemente Tati



En el último tiempo me he encontrado con muchas fotos de la Tati e inevitablemente han venido a mi memoria momentos de encuentro. Por eso quisiera compartir con ustedes un texto que escribió mi padre Jaime Suárez Bastidas y que está contenido en su libro “Allende, Visión de un militante”.

Tati tenía un estacionamiento de ternura en los ojos. Una sonrisa transparente le iluminaba, como un chispazo alegre, su expresión habitualmente severa.

Analista fría, fogueada en la actividad partidaria de la vida universitaria de Concepción, había adquirido particular consistencia estudiando –con rigor- materialismo dialéctico. Intelectual, aparentemente tímida, tenía fortaleza y decisión. De carácter, autocrítica y exigente, sabía se afable, vigorosa en los razonamientos y obstinada en los propósitos y en los afectos.

Una empatía extraordinaria relacionaba a Tati con su padre. De la adolescente que admiraba a ese hombre cálido y bromista en la intimidad, a ese papá que sin dudas, la privilegiaba entre sus hijas. Tati va asumiendo, en su proceso de ideologización una ambivalencia de cariño profundo y crítica resuelta. En un respeto, sin discusión, al político que era el “Chicho”, afectada por la Revolución Cubana, se sentía atrapada por la duda de que Salvador Allende llegara a ser un revolucionario pleno. ¿Por qué? Porque cuestionaba los procedimientos políticos que se expresaban en un electoralismo inútil, estéril

Tati es una figura representativa de esa década del sesenta. Expresaba su realismo en la búsqueda de lo imposible. Su modestia la hace aparecer siempre en una forma de actividad silenciosa, discreta, ajena a la figuración, contraria a todo exhibicionismo. De manera eficiente entrega su aporte sin medida a los movimientos revolucionarios de América Latina.

El 22 de enero la UP proclama candidato a Salvador Allende. Tati le deja esa noche, en el velador, una carta plena de cariño pero de un definido tono crítico. En ella le fundamenta su gran escepticismo respecto a la vía chilena al socialismo y sin dudar de la consecuencia de su padre, reitera su convencimiento de que la construcción de la sociedad socialista en Chile, necesariamente va a requerir de la lucha armada. Tati está más próxima la interpretación que los revolucionarios cubanos hacían de la situación chilena: el diagnóstico formulado por la UP estaba errado, era inviable un proyecto político de construcción del socialismo por la vía pacífica.

Esa convicción de Tati no la abandonó jamás. Sin embargo, ello no afectó la entrega absoluta a los trabajos del gobierno al lado del presidente.

De diferentes escenas vividas, en diferentes tiempos, recupero algunos momentos o rasgos de Tati.

Debí viajar a Cuba. Allende inmediatamente proclamado candidato por la UP, fue invitado a la isla porque querían conocer, de él mismo, lo que significaba su candidatura. Como los trabajos iniciales de la campaña no le permitían hacerlo le propuso a Aniceto que fuese yo, Con mi nombre, evitaba susceptibilidades partidarias por ser yo, en ese instante, subsecretario del partido y a él le era posible integrar con José Tohá el resto de la delegación.

Tati me “preparó” para el viaje. Era mi primera tarea política internacional de tan alto nivel. Ella, con seguridad y paciencia, me enseño innumerables aspectos de la vida política cubana. Por otra parte, en esa misión, aprendí a admirar la calidad humana de Tohá, porque en la gira, pese a su mayor experiencia y a ser un político mucho más avezado, nunca dejó de atribuirme una jefatura formal y de cuidar, particularmente, que ese aspecto fuese percibido así. No había territorio para pequeñeces en el alma de Tohá.

Más adelante, cuando hacía muy poco tiempo que estábamos en el gobierno, debí recurrir a Tati. Mientras Allende se encontraba en altamar, invitado por la Armada para presenciar unos ejercicios, se produjo un lamentable incidente entre jóvenes comunistas y miristas en Concepción. El episodio del enfrentamiento significó la muerte de Arnaldo Ríos y la generación de un clima que presagiaba poco menos que una posible batalla campal entre ambos sectores, ubicados en sus respectivas sedes.

En esas circunstancias, la única forma de comunicarme con Miguel Enríquez para cumplir las instrucciones de Allende –conforme una tensa entrevista radial que sostuvimos, él desde un crucero y yo en la sala de radio de Quinta Normal- fue solicitarle a Tati su colaboración. Esa noche nos reunimos en casa de un amigo mío, Enríquez, Jorge Inzunza, Tati y yo. Fue una reunión dramática. Tati otorgó a tan difícil sesión una sensación de control, de vigor, que ayudó a que arribara la madrugada y saliera luz en un debate que impidió que la sangre llegara al río.

La última entrevista que tuve con Tati fue en el exilio. Vivíamos en Moscú cuando ella pasó por allá con destino a una actividad internacional. Gentilmente declinó alojarse en el hotel soviético y optó por irse a nuestro departamento. La escuchamos con mi mujer horas, empequeñecidas por su testimonio apasionante de lo que sucedió en Chile, en Cuba, donde ella vivía y en cada rincón donde en ese momento había chilenos luchando por la democracia.

Tati narraba con extraordinaria pasión. Noticias, eventos, expresiones de apoyo, entrevistas con personeros de gobiernos, artistas, científicos, en fin, entregaba una viva relación de todo lo que estaba ocurriendo en el mundo respecto a Chile. No se le escapaban nombres, siglas, fechas, su vida estaba absoluta y obsesivamente dedicada a Chile. Y sin indulgencias para disculpar a los frívolos o los que iban perdiendo su compromiso con el pueblo chileno. El hecho solidario y hermoso, el gesto amable de recuerdo al “Chicho” ocurrido en Finlandia o en Venezuela, en cualquier punto, la hacía sonreír en una forma plácida y de esperanzada actitud. Sin embargo, la tristeza dominaba su semblante, parecía que no la abandonó jamás la insatisfacción de tener que obedecer a Salvador la orden de retirarse de La Moneda.

Reiterativa en sus afirmaciones unitarias, no veía otro camino de recuperación de la democracia en Chile que no fuera fortalecer la unidad: Las querellas y dificultades de sus fuerzas opositoras a Pinochet la enardecían.

Estaban Tencha e Isabel en Moscú cuando supimos la noticia. Tati había muerto en su amada Cuba.

viernes, 9 de julio de 2010

La abuela Inés, la Fanny, el día de San Juan y otras yerbas.


Difícil tarea esta de ser candidata en una interna partidaria sin recursos, sin maquinaria ni aparatos que a una la apoyen. Sin embargo, no es imposible. Suficiente es la convicción de que es posible, de que hay ideas y de que es necesario romper la inercia que se ha instalado en las estructuras partidarias.

Tomo mi auto y se dijo y se hizo. Rejuvenezco a medida que me acerco al sur, cada vez me queda menos, hago un alto en Chillán para tomar un café. No hay caso el sur es mi norte, revivo, la lluvia no me hace mella e imagino la tristeza de mis hijos de no poder acompañarme por estos queridos parajes.

Me escribe un amigo, Oscar Valenzuela, de Dinamarca, y me dice que el sábado pasado quiso ver el sur de América desde el mar del Norte, pero no pudo: se lo impidió Gran Bretaña. Llego a mi querido Temuco, parto a mi natal Osorno, visito Puerto Montt, y cómo no visitar la ciudad natal de mi madre: Los Ángeles. No les contaré historias de reuniones y encuentros partidarios, ésas serán para la próxima.

Hoy voy a detenerme en Los Ángeles, donde la abuela Inés. Doña Irma Inés Rioseco tiene seis hijas y yo su séptima (putativa, por cierto), y nos instalamos donde una de sus hijas. la Fanny Wolff. Y entre tejidos, picoteos y conversa, la abuela dice: hay que preparar el estofado de San Juan. La verdad que yo era primera vez que escuchaba esto del estofado y mi curiosidad pudo más y empecé a inquirir detalles. Se sumó a la conversa Sonia Bello, que es de Negrete y le ayuda a la Fanny, y entre tejido y tejido fuimos armando esta pequeña historia.

El estofado de San Juan es una tradición de los tiempos de los tatarabuelos, por la abundancia de juanes en los campos de Bío Bío. Se ha ido transmitiendo de generación en generación, y era la forma de homenajear al dueño de casa se celebraba el 24 de junio.

Los preparativos se iniciaban con al menos una semana de antelación, ya que requería cazar los pajaritos, faenar el cerdo, el vacuno, las gallinas, etc. Preparar las longanizas con el cerdo, ahumar el cerdo. Entre medio, a la espera de la celebración se preparaban chanfaina, quesos de cabeza y pata, prietas, el arrollado, los chicharrones, las tetitas de cerdo se cocían y se doraban en su salsa.

El día anterior, se dejan marinando las carnes de la siguiente forma: la carne de vacuno se aliña con sal, ajo y comino; el cerdo con ajo, sal y orégano: el ave y los pajaritos, sal y pimienta molida y finalmente el conejo y liebre, ajo, sal y orégano.

El despertar del festejado era “gloriado”, sí, con gloriado preparado con aguardiente, naranja y azúcar a gusto. Luego de hervir se sirve tibio.

El almuerzo consistía en dos platos, primero la cazuela de pava para luego dar paso al estofado de marras: un cocimiento de diversas carnes y algunos agregados, cuyos ingredientes principales son: costillar de cerdo ahumado, además chuleta de cerdo o pulpa de cerdo natural; carne de vacuno, que puede ser asado de tira; generalmente la gente en el campo la hace con gallina, la gente del pueblo la hace con pollo en particular, trutro. Además, lleva conejo, liebre y pajaritos: perdices, tórtolas, torcazas, zorzales, codornices, lloicas, etc.

Se cansaron de leer los ingredientes, paciencia aún faltan las longaniza y el cuerito de cerdo ahumado o natural, que previamente ha sido cocido.

Por ningún motivo se le debe colocar cordero ni pavo: le cambia el sabor al estofado.

Los agregados son: cebollas que debe ser de un tamaño mediano, ojala del porte de la mano, para poder partirla en cuatro; ramos de hojas de apio y de perejil. Cilantro no lleva. Los aliños que se utilizan son: ajo, sal, pimienta entera, orégano, hojitas de laurel (a gusto del paladar), comino, ají cacho de cabra seco sin pepa. Un puñado de guindas secas.

Si ha leído hasta acá y se anima a prepararlo, entonces a buscar un buen fondo y coloque primero las cebollas partidas en cuatro, luego las carnes de acuerdo a sus consistencias; primero, cerdo ahumado, carne de cerdo natural, luego las longanizas previamente sancochadas y pinchadas para que eliminen la grasa, a continuación conejos, liebres y pajaritos, el vacuno, el pollo (en el caso que se hiciera con gallina hay que colocarla después del cerdo). Todas las carnes siempre deben ir alternadas con cebolla cortada en anillo. Es importante tener claro, que todas las carnes deben ser trocada de acuerdo al tamaño que se servirán en cada plato. Finalmente se coloca la última tapa de cebolla en anillo y se cubre con pimiento morrón rojo en juliana, un ramo de hojas de apio y de perejil; ají cacho de cabra seco al gusto (sin pepa), se rocía con pimienta en grano y las guindas secas y finalmente el cuerito de cerdo ahumado (previamente cocido).

Se baña con vino blanco de buena calidad de tal modo que cubra un cuarto de la olla y se pone a hervir a fuego fuerte durantes unos 10 minutos y luego se cocina a fuego lento mínimo 2 horas.

Las guindas secas son fundamentales, ya que absorben las grasas de tan exquisito guiso.

Se acompaña con papas cocidas, pebre cuchareado, endaladas y, cómo no, con un tinto de los buenos. No olvidar las sopaipillas (las sureñas originales “sin zapallo”) y tortilla de campo de rescoldo. Antiguamente, además se acompañaban con “catutos”. Para hacer el catuto se usaba trigo centeno sancochado, partido en piedra, se sobaba con manteca y se hacían unos rollitos de 10 cm más o menos y se colocaban en los platos.

Lo mejor de todo es el placer de disfrutar la mesa con los platos servidos y que decir cuando uno empieza a comer: manjar de dioses.

En la actualidad, aún quedan familias como la de las Wolff que mantienen estas tradiciones. Y para aquellos que no han tenido el placer de saborear el estofado de San Juan, lo bueno es que ahora es posible hacerlo en invierno, sin esperar el día de San Juan. Sus hijos e hijas, nietos y nietas se lo agradecerá, así vamos mantenido parte de nuestro acervo cultural y por un día dejamos de lado la comida chatarra.

Un alto en la campaña con un estofado de San Juan lo quisiera cualquiera.

lunes, 21 de junio de 2010

Carta Abierta


Queridos Compañeros y compañeras.
Los procesos electorales en el partido socialista siempre han sido una oportunidad para debatir nuestras diferencias y construir acuerdos sobre la base de lo que significa ser hombres y mujeres de izquierda, herederos de Allende y de los militantes y dirigentes de nuestro partido que antepusieron a su interés personal la idea y el horizonte socialistas.

En esta oportunidad quiero expresarles mi saludo y ratificar que en los partidos democráticos como el nuestro tener posiciones distintas no significa que los militantes han dejado de ser luchadores, comprometidos o leales. Significa que tenemos diferencias sobre cuáles son las tareas del futuro, sobre cómo podemos contribuir a hacer de Chile un país más justo y con más oportunidades, y no más desigual y discriminatorio.

El PS siempre se ha caracterizado por ser popular y democrático y esa herencia es la que debemos cuidar. Siempre hemos estado en la izquierda y, desde allí, hemos sabido construir acuerdos para hacer más democrática la sociedad.

Hoy, después de la derrota electoral de la Concertación, el PS no puede hacer como si nada hubiese pasado. Nos derrotó nuestra falta de respeto a la tradición socialista de debatir y elegir al mejor candidato; nos venció la soberbia de no escuchar la voz del pueblo; nos condenó el mirar el interés de un grupo y no el interés de las mayorías.

Todos sabemos que el PS se dividió en la última elección presidencial, y no porque nos hayamos transformados en malos militantes de la noche a la mañana. Nos dividimos en la opción presidencial porque se vulneró una regla básica de socialista: debatir, consultar y luego resolver. No queríamos un paso al pasado, tampoco seguir administrando con aquellos que tenían proyectos liberales -como lo reconocen los ex ministros- ; necesitábamos responder a los anhelos populares de alcanzar mayores cuotas de igualdad y una nueva Constitución política.

Yo los saludo más allá de nuestras diferencias; todos estamos convencidos de que no sobra nadie y de que -además- necesitamos de sus ideas, su energía y su decisión de encabezar una oposición digna y masiva al gobierno privatizador de los mercaderes con las necesidades del pueblo.

Los invito a hacer del PS un partido democrático, vinculado al pueblo, fortalecido en los movimientos sociales, para esta tarea es que los convoco.
Un abrazo a todas y todos.

Cecilia Suárez Indart
Lista Recuperación, Participación, Socialista D-71
Junio 2010