Talvez esta sea la última nota del año: quedan tan pocos días para que acabe 2008. Pero ya estamos curados de espanto. No se necesita mucho tiempo para que sucedan grandes cosas y, claro, para que todo siga igual. Por lo cual puede y no puede ser la última. Por otro lado, el talvez sirve para todo, y muchos lo emplean como la respuesta “políticamente correcta” más recurrida.
Conversando con un amigo, le contaba lo patético que había resultado mi día. A medida que le iba relatando las circunstancias de la jornada, en ámbitos distintos, con personajes diversos y de diferentes edades, descubrimos la existencia de una constante: la falta de respuestas unívocas a preguntas que se contestan con un SÍ o un NO. Tal como lo lee. Lo único que yo buscaba en los distintos momentos era una “simple respuesta” a un “pregunta concreta”: ¿Puede asistir a la reunión? ¿Me va a entregar la carpeta? ¿Recibió el correo? ¿Podrá responder a la carta que le envié hace más de un mes?
Hablamos con mi interlocutor de los personajes públicos que terminan escudándose en que el jefe de gabinete o secretari@ no les informó, porque, por supuesto, ellos tienen siempre la mejor voluntad de escuchar y atender pero “justo” en ese momento no pueden y esgrimen evasivas como la de “llame a mi oficina”… En el fondo, siga participando.
Me viene a la memoria algo que ocurrió no hace mucho. El presidente del Partido Socialista estuvo en Coyhaique y allí mi amigo Claudio, que vive en la región, le dijo que necesitaba hablar con él. El presidente le manifestó que en eso precisos momentos estaba con la agenda copada, pero que si se acercaba a Santiago lo recibiría de todas maneras. Quiso el destino que pocas semanas después Claudio viajase a Santiago. Fue a la sede, a París, y contó su conversación con el presidente y explicó cuánto tiempo estaría en la capital. Con mucha amabilidad, la secretaria le dijo que no se preocupara que le llamara sin falta para avisarle cuándo lo recibiría. Tiempo después, así fue: era un soleado día en la Patagonia cuando lo llamaron por teléfono para decirle que el viernes siguiente lo pueden atender... Siga participando.
Sin ir más lejos, hace dos días, le pregunté al secretario general del Partido Socialista cuándo podían darme respuesta a una carta que envié hace dos meses. No me explayaré en las excusas y demases. Lo único que pedí fue una respuesta que consistía en un SÍ o un No. Muy circunspecto, me contestó: “Lo estudiaremos, compañera”… Siga participando.
Para evitar suspicacias y malentendidos, quiero precisar que cuando me dirijo a las autoridades partidarias dejo claro que no soy candidata a nada, ni quiero cargo ni nombramiento… sólo una reunión para ver temas políticos concretos.
La verdad es que a estas alturas ya da lo mismo. La celeridad y la diligencia sugen sólo cuando se trata de buscar candidatos y reemplazantes para algún cargo. Todo lo demás es de un profundo y lento estudio ideológico-filosófico-tendencial, que finalmente pasa al olvido por la desidia de los estudiosos y, también, por el agotamiento de los que plantean los temas. Siempre habrá razones de Estado y de alta política (candidatos, pactos, alianzas, nombramientos) que impidan dar respuestas claras.
Lo que ocurre, y parece que ahí está la madre del cordero, es que dos sencillas palabras, una afirmación y una negación, un sí y un no, significan una decisión y un compromiso. Si no fuera así, ya tendríamos, entre otras cosas, candidato presidencial y también estaría en marcha la organización de las primarias. Sin embargo, todo es posible: talvez primarias, quizás acuerdo político. Lo importante es ganar. Y preguntará usted por el ejercicio democrático de elegir candidato, pues ¿qué quiere que le diga?.. Raspe y gane…. Siga participando.
Conversando con un amigo, le contaba lo patético que había resultado mi día. A medida que le iba relatando las circunstancias de la jornada, en ámbitos distintos, con personajes diversos y de diferentes edades, descubrimos la existencia de una constante: la falta de respuestas unívocas a preguntas que se contestan con un SÍ o un NO. Tal como lo lee. Lo único que yo buscaba en los distintos momentos era una “simple respuesta” a un “pregunta concreta”: ¿Puede asistir a la reunión? ¿Me va a entregar la carpeta? ¿Recibió el correo? ¿Podrá responder a la carta que le envié hace más de un mes?
Hablamos con mi interlocutor de los personajes públicos que terminan escudándose en que el jefe de gabinete o secretari@ no les informó, porque, por supuesto, ellos tienen siempre la mejor voluntad de escuchar y atender pero “justo” en ese momento no pueden y esgrimen evasivas como la de “llame a mi oficina”… En el fondo, siga participando.
Me viene a la memoria algo que ocurrió no hace mucho. El presidente del Partido Socialista estuvo en Coyhaique y allí mi amigo Claudio, que vive en la región, le dijo que necesitaba hablar con él. El presidente le manifestó que en eso precisos momentos estaba con la agenda copada, pero que si se acercaba a Santiago lo recibiría de todas maneras. Quiso el destino que pocas semanas después Claudio viajase a Santiago. Fue a la sede, a París, y contó su conversación con el presidente y explicó cuánto tiempo estaría en la capital. Con mucha amabilidad, la secretaria le dijo que no se preocupara que le llamara sin falta para avisarle cuándo lo recibiría. Tiempo después, así fue: era un soleado día en la Patagonia cuando lo llamaron por teléfono para decirle que el viernes siguiente lo pueden atender... Siga participando.
Sin ir más lejos, hace dos días, le pregunté al secretario general del Partido Socialista cuándo podían darme respuesta a una carta que envié hace dos meses. No me explayaré en las excusas y demases. Lo único que pedí fue una respuesta que consistía en un SÍ o un No. Muy circunspecto, me contestó: “Lo estudiaremos, compañera”… Siga participando.
Para evitar suspicacias y malentendidos, quiero precisar que cuando me dirijo a las autoridades partidarias dejo claro que no soy candidata a nada, ni quiero cargo ni nombramiento… sólo una reunión para ver temas políticos concretos.
La verdad es que a estas alturas ya da lo mismo. La celeridad y la diligencia sugen sólo cuando se trata de buscar candidatos y reemplazantes para algún cargo. Todo lo demás es de un profundo y lento estudio ideológico-filosófico-tendencial, que finalmente pasa al olvido por la desidia de los estudiosos y, también, por el agotamiento de los que plantean los temas. Siempre habrá razones de Estado y de alta política (candidatos, pactos, alianzas, nombramientos) que impidan dar respuestas claras.
Lo que ocurre, y parece que ahí está la madre del cordero, es que dos sencillas palabras, una afirmación y una negación, un sí y un no, significan una decisión y un compromiso. Si no fuera así, ya tendríamos, entre otras cosas, candidato presidencial y también estaría en marcha la organización de las primarias. Sin embargo, todo es posible: talvez primarias, quizás acuerdo político. Lo importante es ganar. Y preguntará usted por el ejercicio democrático de elegir candidato, pues ¿qué quiere que le diga?.. Raspe y gane…. Siga participando.