Hace un par de años fuimos con mi hijo Cristóbal a España, en vista y considerando que estábamos “tan cerca” Bernardo nos mandó los pasajes y partimos a Moscú. Muchas primaveras e inviernos habían pasado. La última vez que había pisado esas tierras era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS.
Estaba en Rusia, un país nuevo, extraño, desconocido donde lo único familiar era su idioma.
Necesitaba de una u otra manera reencontrarme con el pasado y le dije a mi hermano que quería ir a la ВДНХ (VDNJ), la exposición permanente de los avances científicos y técnicos de las repúblicas socialistas soviéticas. En la entrada se conservaba todavía la gran estatua que simboliza la unión obrero-campesina, un hombre y una mujer con sus manos levantadas unidas por una hoz y un martillo. Ostentosas construcciones representando a cada una de las repúblicas que albergaban sus avances en los distintos ámbitos de la ciencia y la cultura. Estos pabellones hoy están convertidos en mercados donde se concentran tiendas que venden todo lo que la imaginación no logra imaginar.
Construida en la época de Stalin, la exposición cuenta con una hermosa fuente donde las doradas estatuas lucen los trajes típicos de los pueblos de la URSS, uno de los vestigios del Imperio Soviético.
Añoranzas en el marco de una gran crisis, que ha puesto a Rusia y a Occidente al borde de una nueva guerra fría.
El viernes 8 de agosto, cuando miles de millones de personas disfrutaban de la inauguración de las Olimpiadas en Pekín, estallaba la guerra en la región separatista georgiana de Osetia del Sur. No es mi propósito entrar a analizar el conflicto entre georgianos y osetas y los intereses de Rusia en la zona, ni las consecuencias de eso acontecimientos que se producen cuando en nuestro país las conversaciones giran en torno a las Olimpiadas, los últimos escándalos en la farándula criolla y las platas para el Transantiago.
¿Será que hemos perdido la capacidad de asombro o que, pese a todos los adelantes de la tecnología y la globalización, Chile está muy lejos de todo? ¿Seremos los último en enterarnos del fin del mundo cuando llegue a producirse? Me pregunto.
Converso con mi hermano Bernardo intercambiamos opiniones sobre la distancia, lo lejano que se encuentra Chile de todo esto, de lo que fue la bipolaridad ideológica hasta llegar a la supremacía norteamericana en un mundo donde ahora Rusia quiere posicionarse, tener mayor gravitación. Pero mi pregunta es: ¿posicionarse como qué? Rusia profesa como credo el capitalismo y comparte con Estados Unidos vocación imperial.
Finalmente, no puedo terminar estas líneas sin recordar a nuestro querido Juan Bustos, la conmoción pública por su partida a lo mejor nos disculpa por no tomar conciencia de lo que ocurre tan lejos pero que sin embargo nos afecta de manera tan directa.
Estaba en Rusia, un país nuevo, extraño, desconocido donde lo único familiar era su idioma.
Necesitaba de una u otra manera reencontrarme con el pasado y le dije a mi hermano que quería ir a la ВДНХ (VDNJ), la exposición permanente de los avances científicos y técnicos de las repúblicas socialistas soviéticas. En la entrada se conservaba todavía la gran estatua que simboliza la unión obrero-campesina, un hombre y una mujer con sus manos levantadas unidas por una hoz y un martillo. Ostentosas construcciones representando a cada una de las repúblicas que albergaban sus avances en los distintos ámbitos de la ciencia y la cultura. Estos pabellones hoy están convertidos en mercados donde se concentran tiendas que venden todo lo que la imaginación no logra imaginar.
Construida en la época de Stalin, la exposición cuenta con una hermosa fuente donde las doradas estatuas lucen los trajes típicos de los pueblos de la URSS, uno de los vestigios del Imperio Soviético.
Añoranzas en el marco de una gran crisis, que ha puesto a Rusia y a Occidente al borde de una nueva guerra fría.
El viernes 8 de agosto, cuando miles de millones de personas disfrutaban de la inauguración de las Olimpiadas en Pekín, estallaba la guerra en la región separatista georgiana de Osetia del Sur. No es mi propósito entrar a analizar el conflicto entre georgianos y osetas y los intereses de Rusia en la zona, ni las consecuencias de eso acontecimientos que se producen cuando en nuestro país las conversaciones giran en torno a las Olimpiadas, los últimos escándalos en la farándula criolla y las platas para el Transantiago.
¿Será que hemos perdido la capacidad de asombro o que, pese a todos los adelantes de la tecnología y la globalización, Chile está muy lejos de todo? ¿Seremos los último en enterarnos del fin del mundo cuando llegue a producirse? Me pregunto.
Converso con mi hermano Bernardo intercambiamos opiniones sobre la distancia, lo lejano que se encuentra Chile de todo esto, de lo que fue la bipolaridad ideológica hasta llegar a la supremacía norteamericana en un mundo donde ahora Rusia quiere posicionarse, tener mayor gravitación. Pero mi pregunta es: ¿posicionarse como qué? Rusia profesa como credo el capitalismo y comparte con Estados Unidos vocación imperial.
Finalmente, no puedo terminar estas líneas sin recordar a nuestro querido Juan Bustos, la conmoción pública por su partida a lo mejor nos disculpa por no tomar conciencia de lo que ocurre tan lejos pero que sin embargo nos afecta de manera tan directa.
6 comentarios:
Ya, me tienes que alfabetizar, escribí un comentario y al parecer se fue a la cia.
te decia que miraba la hermosa cordillera prestada despues del lavado, ni que hablar de la luna de anoche. Y me aparece como Pepe grillo, tu mail en mi conciencia, Habrá luna en las guerras? será domingo con almuerzo y música en la tarde en las guerras? serán esas las únicas guerras? Y la de mi vecino con su pareja? la de amiga con su cáncer? la de mi papá con el degradante parkinson?
y mientras los mall pletóricos ¿Guerra? Donde? harto lejos parece... ya la cordillera está menos linda, se empieza a venir el lunes y me abriste una vez la memoria.
Antenoche me releí a tu papá, esos eran guerreros amiga, ya fuera en comunas escondidas o en ajeno mundo.
un abrazo, como siempre
laura
Si, hemos perdido la capacidad de asombro, pero quizá porque se ve que siempre no podemos ser más que espectadores. Poca cosa interviene nuestro Gobierno en los conflictos internacionales... ¿Qué nos queda a las personas?... Pareciera que sólo vivir lo que nos queda por vivir, sin mucha capacidad para cambiarlo, como si apenas calificaramos para espectadores en un mundo lleno de espectáculos para todos los gustos y disgustos, preocupaciones y aislamientos.
Y eso es pensando en los demás y en lo lejano, pero, además requerimos tiempo para pensar en nosotros y en lo nuestro, por lo que da la impresión que preocuparse y asombrarse por los demás y por lo que pasa en otros lugares es algo que cada vez pareciera más lejano, especialmente si consideramos que nuestros años dan la impresión de pasar cada vez más a prisa en medio de más cosas por hacer.
Lo peor de todo siempre se lo llevan civiles que parecen ajenos a los deseos imperialistas, ya que como la mayoría, sólo deben querer vivir en paz.
La guerra es horrible siempre. Uno poco puede hacer pero es horrible la frivolidad y la perdida de la capacidad de asombro , sobre todo con el sufrimiento de seres humanos que estan lejos de uno y que hablan otro idioma ....
Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos.
Mahatma Gandhi
Así es Elita, la guerra siempre es terrible, pero como dices la pérdida de la capacidad de asombro es peor.
Cecilia -Me gustó mucho lo que escribes, una mirada personal a cosas que muchas veces simplemente leemos y a mucha distancia, que triste además, querer hacer tantas cosas y darnos cuenta que somos tan pequeños y que por mucho que gritemos ese grito es indiferente a tantos.
Me encantó la frase de Gandhi, ojala nunca dejemos de luchar por lo que creemos, por el respeto, por la libertad e igualdad.
Un saludo
Excelente post Cecilia y me robo la frase de Gandhi puesta por Elita que creo que lo dice todo
Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos.
me horroriza la capacidad de no sentir por el otro, de no ver al otro, de no sentir su dolor, de deshumanizarlo al punto de ponerle otros nombres que no sean "ser humano" o hermano.
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