Nací en Osorno hace tantos años que ya ni me acuerdo. Si recuerdo perfectamente que mientras a mi madre la sometían a su segunda cesárea, mi padre no encontró nada mejor que presidir en la sala de espera del Hospital su habitual reunión del Comité Regional del Partido Socialista. Es decir, nací socialista, y no es chiste.
En 4 de septiembre del 64 cuando ya sabíamos que Salvador Allende no había ganado, con mirada profunda y tono categórico le dije a mi padre: no te preocupes cuando sea grande votaré por Allende. Nunca pude hacerlo, para el 70 no tenía la edad suficiente para hacerlo y finalmente la primera vez que lo hice fue en esas consultas que organizaba la dictadura (pero esa es otra historia)
Sin embargo, siempre que me encontraba con el Dr Allende en el local del partido en San Martín,- de la mano de mi padre- yo lo saludaba de igual forma: ¿cómo esta el futuro presidente de chile?
Nuestra vida apacible en Osorno –la verdad que ni tanto terremoto de por medio- se vio bruscamente interrumpida por la excomunión de mi padre y en realidad lo más importante no le daban pega en ninguna parte, así que emigramos a la capital.
El paradero 24 de la gran avenida en la cisterna nos acogió, luego sería el 21 y medio y finamente el 21, avenida el parrón todo esto en el transcurso de 10 años. Carlos Lazo siempre molestaba a mi viejo y le decía que con suerte en unos 30 años más llegaría por el 10 de gran avenida. Y lo que pareció siempre una broma de los camaradas de partido terminó siendo cierto. Luego de muchos años de exilio llegamos al 8 y medio de la Gran Avenida, esta vez ya no a la Cisterna sino San Miguel.
El golpe nos encontró en distintos lugares -a mis padres y hermano en Santiago y mí en Temuco (esa será otra historia)- y nos llevó por distintos rincones del mundo y en mi caso particular, de cada lugar fui incorporando costumbres, modismos, comidas, historia: en Lima, los valses, el ceviche y, sobre todo la otra historia de la Guerra del Pacífico, con la entrada a caballo de los militares chilenos en el Palacio Pizarro.
De camino a Moscú hicimos escala en Ámsterdam. Recuerdo que con mucho esfuerzo (la plata era un bien más que escaso) mi padre nos invitó a un tour por barco y nos mostró entre otras cosas, la casa de Ana Frank, la cual permanecería por siempre en nuestras retinas con nosotros.
Llegamos a Moscú en marzo de año 1974 invitados por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, el PCUS. Era una ciudad de grandes espacios, con avenidas que parecían pistas de aterrizaje. Nos instalaron en un departamento en uno de los siete edificios como tortas de novios que mandó construir Stalin y que simbolizaban en parte su poderío: imponentes, coronados con una estrella roja.
¿Por qué escribo todo esto? Alguien me dijo: amiga, te falta poner tu perfil en el blog. De modo que finalmente terminé escribiendo estas líneas como parte de una historia con muchas historias.
En 4 de septiembre del 64 cuando ya sabíamos que Salvador Allende no había ganado, con mirada profunda y tono categórico le dije a mi padre: no te preocupes cuando sea grande votaré por Allende. Nunca pude hacerlo, para el 70 no tenía la edad suficiente para hacerlo y finalmente la primera vez que lo hice fue en esas consultas que organizaba la dictadura (pero esa es otra historia)
Sin embargo, siempre que me encontraba con el Dr Allende en el local del partido en San Martín,- de la mano de mi padre- yo lo saludaba de igual forma: ¿cómo esta el futuro presidente de chile?
Nuestra vida apacible en Osorno –la verdad que ni tanto terremoto de por medio- se vio bruscamente interrumpida por la excomunión de mi padre y en realidad lo más importante no le daban pega en ninguna parte, así que emigramos a la capital.
El paradero 24 de la gran avenida en la cisterna nos acogió, luego sería el 21 y medio y finamente el 21, avenida el parrón todo esto en el transcurso de 10 años. Carlos Lazo siempre molestaba a mi viejo y le decía que con suerte en unos 30 años más llegaría por el 10 de gran avenida. Y lo que pareció siempre una broma de los camaradas de partido terminó siendo cierto. Luego de muchos años de exilio llegamos al 8 y medio de la Gran Avenida, esta vez ya no a la Cisterna sino San Miguel.
El golpe nos encontró en distintos lugares -a mis padres y hermano en Santiago y mí en Temuco (esa será otra historia)- y nos llevó por distintos rincones del mundo y en mi caso particular, de cada lugar fui incorporando costumbres, modismos, comidas, historia: en Lima, los valses, el ceviche y, sobre todo la otra historia de la Guerra del Pacífico, con la entrada a caballo de los militares chilenos en el Palacio Pizarro.
De camino a Moscú hicimos escala en Ámsterdam. Recuerdo que con mucho esfuerzo (la plata era un bien más que escaso) mi padre nos invitó a un tour por barco y nos mostró entre otras cosas, la casa de Ana Frank, la cual permanecería por siempre en nuestras retinas con nosotros.
Llegamos a Moscú en marzo de año 1974 invitados por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, el PCUS. Era una ciudad de grandes espacios, con avenidas que parecían pistas de aterrizaje. Nos instalaron en un departamento en uno de los siete edificios como tortas de novios que mandó construir Stalin y que simbolizaban en parte su poderío: imponentes, coronados con una estrella roja.
¿Por qué escribo todo esto? Alguien me dijo: amiga, te falta poner tu perfil en el blog. De modo que finalmente terminé escribiendo estas líneas como parte de una historia con muchas historias.
3 comentarios:
Hola Cecilia :
Primero que nada te felicito por el espacio que creaste y la canción muy hermosa.
Creo haberte dicho que deberías escribir un libro, el cual yo creo ya escribiste y estas reproduciendo fragmentos en este blog. Tu forma de escribir, es muy amena y directa. Tu sabes como pienso pero a la vez sabes el respeto que te tengo, por lo consecuente que eres.
Te felicito nuevamente y ojalá ayude a poner las cosas en la dimensión adecuada, encontrar el foco en las importantes para el país y dejar los intereses mezquinos de solo detentar el poder para mostrarlo como exito personal ,olvidandose de todo lo que los rodea y para lo cual fueron mandatados.
Un abrazo grande, con al admiración de siempre
Luciano
Ceci: No deja de ser interesante tu historia....creo que es una historia bonita, interesante, nostálgica y que refleja un poco lo que nos ha sucedido a todos. Quizás en algún momento escribiré la mía...o la de otros...sigue escribiendo....un abrazo Sergio
Hola Ceci: Muy interesante tu historia familiar, la cuentas con tanto detalle que me pareció ver a tú mamá parada en ese balcón....
Un gran beso y sigue escribiendo tus historias.
Lorena Aguirre
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