El 4 de noviembre de 1970 había asumido Salvador Allende como Presidente de la República y a mi padre le cupo el alto honor de formar parte del primer Gabinete como Secretario General de Gobierno. Con sus 39 años era el ministro más joven.
Nuestra vida continuó como siempre en Avda. El Parrón en La Cisterna. Los fines de semana disfrutábamos la compañía de mi hermano, que estaba en la Escuela Militar y repartía su franco entre la casa y su polola Maritza. Mi madre seguía su rutina hogareña y, con profundo desgano, acompañaba a veces al “viejo” a las actividades oficiales. Prefería el calor de su estufa Caluret a las recepciones en las embajadas. Y yo, aunque no lo crean, estudiaba en las monjas.
Llegó el verano del 71 y, una acción inédita, el Presidente Allende decide trasladar la provisionalmente la sede del Gobierno a provincia. La Intendencia de Valparaíso se convirtió en la Moneda porteña. El palacio de Cerro Castillo se abrió los fines de semana para que los niños de sectores populares aprovecharan la piscina. En medio de todo el entusiasmo que generó estas medidas tomadas por el Presidente, nosotros también nos trasladamos a Valparaíso.
Mi padre tenía una gran amiga, escritora, inteligente, una mujer bella, comprometida con las causas populares. Su casa de Reñaca era escenario de gratas tertulias. Teresa Hamel, Teruca, con esa solidaridad que no la abandonaría nunca http://www.teresahamel.cl, le ofreció generosamente su casa, y bueno partimos para allá. El día que llegamos la verdad que con la vieja no salíamos de nuestro asombro: habíamos dejado nuestra casita de madera de Parrón para instalarnos dos meses en una hermosa casa de grandes ventanales con vista al mar. Desde allí se veía la burrita del Tospsi (algo así como la Kamasu de los 70).
En eso mi madre salió y se dirigió a un mirador para disfrutar de la imponente vista de nuestro mar. Tenía las manos tras la espalda y la vista perdida en el horizonte. Con mi padre nos miramos y observamos durante varios minutos su porte, su forma de pararse ante la vida con su humanidad de un metro cincuenta de estatura y cuarenta cinco kilogramos. “Es ver a Napoleón mirando en dirección a su querida Francia desde la isla de Elba”, comentó mi padre.
Así fue como la Lilia, la Lily, quedó como la Napo.
Quizás fue el traslado del Gobierno a Valparaíso, la hospitalidad de la Teruca, la expresión de mi madre, la salida ingeniosa de Jaime, ¿quién sabe? Pero de lo que estoy casi segura es de que igual hubiera llegado a ser la Napo (solo que la historia sería distinta) .
Para todos aquellos que la conocieron seguirá por siempre siendo la Napo. Su ejemplo, entereza y gran amor fue la herencia más preciada que nos dejó un día martes, el 25 de mayo hace hoy 15 años
Nuestra vida continuó como siempre en Avda. El Parrón en La Cisterna. Los fines de semana disfrutábamos la compañía de mi hermano, que estaba en la Escuela Militar y repartía su franco entre la casa y su polola Maritza. Mi madre seguía su rutina hogareña y, con profundo desgano, acompañaba a veces al “viejo” a las actividades oficiales. Prefería el calor de su estufa Caluret a las recepciones en las embajadas. Y yo, aunque no lo crean, estudiaba en las monjas.
Llegó el verano del 71 y, una acción inédita, el Presidente Allende decide trasladar la provisionalmente la sede del Gobierno a provincia. La Intendencia de Valparaíso se convirtió en la Moneda porteña. El palacio de Cerro Castillo se abrió los fines de semana para que los niños de sectores populares aprovecharan la piscina. En medio de todo el entusiasmo que generó estas medidas tomadas por el Presidente, nosotros también nos trasladamos a Valparaíso.
Mi padre tenía una gran amiga, escritora, inteligente, una mujer bella, comprometida con las causas populares. Su casa de Reñaca era escenario de gratas tertulias. Teresa Hamel, Teruca, con esa solidaridad que no la abandonaría nunca http://www.teresahamel.cl, le ofreció generosamente su casa, y bueno partimos para allá. El día que llegamos la verdad que con la vieja no salíamos de nuestro asombro: habíamos dejado nuestra casita de madera de Parrón para instalarnos dos meses en una hermosa casa de grandes ventanales con vista al mar. Desde allí se veía la burrita del Tospsi (algo así como la Kamasu de los 70).
En eso mi madre salió y se dirigió a un mirador para disfrutar de la imponente vista de nuestro mar. Tenía las manos tras la espalda y la vista perdida en el horizonte. Con mi padre nos miramos y observamos durante varios minutos su porte, su forma de pararse ante la vida con su humanidad de un metro cincuenta de estatura y cuarenta cinco kilogramos. “Es ver a Napoleón mirando en dirección a su querida Francia desde la isla de Elba”, comentó mi padre.
Así fue como la Lilia, la Lily, quedó como la Napo.
Quizás fue el traslado del Gobierno a Valparaíso, la hospitalidad de la Teruca, la expresión de mi madre, la salida ingeniosa de Jaime, ¿quién sabe? Pero de lo que estoy casi segura es de que igual hubiera llegado a ser la Napo (solo que la historia sería distinta) .
Para todos aquellos que la conocieron seguirá por siempre siendo la Napo. Su ejemplo, entereza y gran amor fue la herencia más preciada que nos dejó un día martes, el 25 de mayo hace hoy 15 años
9 comentarios:
Fue poco el tiempo que conocí a Lily, el suficiente para saber de su corazón enorme encerrado en un cuerpo frágil. Creo que la primera vez que la encontré en mi camino fue en la capilla Padre Claret de la calle San Nicolás, para el bautizo de Cristobal León. Después la visité varias veces en la casa de San Miguel. Conocí así a una mujer entrañable, con la sabiduría de las madres que han sabido ser humildes en los momentos de aplauso y serenas en los momentos de aspereza. Me llamó la atención su sencillez, su cordialidad, su nobleza que se le asomaba por los ojos. Cuando la conocí ya no tenía el esplendor de medallón florentino como elm que adorma esta página: pero conservaba la mirada amable y el corazón abierto para los que golpeaban la puerta de su casa. Ella fue la musa de Jaime, su compañera de luchas y abrazos, la que puso ternura en un hombre resuelto y organizador en la vida política de un tiempo tempestuoso. ¡Quince años! Le doy gracias al Dios de la Vida por hacerme encontradizo con ella en un recodo del camino, por donde pasó como una brisa. En este día me reencuentro con amores que tenía perdidos.
es un hermoso homenaje a una persona que quizas no conoci mucho, que quizas mi pequeña cabeza no recuerda muchos momentos.. pero en fin, es una persona tan importante en nuestra vida...
Un beso gigante... te amo madre ,...y gracias por hacer de tus palabras un hermoso homenaje a la napo.... mi abuelita..
un beso tu hija
Querida Cecita:
Parece increíble que hayan transcurrido ya 15 años de la partida de tu madre y que en octubre se cumpla otro tanto desde la de Jaime. Esa diferencia de pocos meses en reunirse no es sino una muestra del inmenso amor que los unía. Ella, de apariencia menuda y frágil, y desde el anonimato, tenía sin embargo un tremendo vigor para acompañar a su hombre hasta el confin del mundo, si así él lo quería, impulso que lo robustecía, enaltecía y entusiasmaba. Vivieron ambos muchos momentos felices, pero también pasaron muchas penurias, sinsabores e incomprensiones. Lo importante es que siempre unieron sus manos y corazones para enfrentarlos.
Ese es mi recuerdo que quiero expresar con el mayor recogimiento y admiración.
Un abrazo,
Maruja Orellana.
Querida Cecilia, con profundo cariño y nostalgia leí tu nota; me sumo a los que no acaban de comprender como es que haya pasado ya tanto tiempo desde que tus queridos viejos, mis amigos entrañables, nos dejaron y lo mucho que se les extraña.
Fue una pareja simplemente espectacular a la que disfruté sobre todo en México cuando tú ya no estabas con ellos. Socialistas como tu padre, como Allende, como el Cloro, Salomón Corbalán, son los que hacen falta hoy. Hombres unitarios, firmes y leales con los cuales construir izquierda y movimiento popular era tarea común y más grata. Tu madre fue la compañera ideal para Jaime, tal para cual. Créeme que los siento como el que más. Su pequeño departamento mexicano fue testigo de jornadas políticas valiosas y de una amistad a toda prueba. Un abrazo, un beso, para ti y los tuyos en los que permanece la herencia de tu madre y tu padre.
Eduardo Contreras
Un abrazo fuerte para ti, amiga querida, creo que no son solo 15 años de su partida sino, que desde hace 15 años que su presencia es mas fuerte y más importante...
Guillermo
Querida Cecilia:
Hermoso homenaje a tu madre, es indudable el vac�o que dejan nuestros seres m�s amados, cuando parten en ese viaje sin regreso,
Lo importante es que siguen presente y vivos en el recuerdo, de quienes conocieron sus virtudes, su bondad y el inmenso amor que profesaban
Un fuerte abrazo como siempre
Miguel Loguercio
Cecilia:
Mientras uno se recuerde de las personas que no se encuentran fisicamente
con nosotros, nunca mueren.
Un beso
Oscar Chiu
Querida amiga;
Me emocionó mucho el recuerdo que hiciste de tu madre. Desde que la conocí sentí un especial afecto hacia ella que no se me ha borrado. Lamenté mucho no haber sabido de su temprana partida sino hasta muchos años después.
Recuerdo el cariño y las bromas que me hacía durante algunas onces que compartimos.
Vaya mi postrer recuerdo y un especial saludo
Afectuosamente
Paolo
Estimada Cecilia:
He leído con sumo interés tu blog con recuerdos de tu padre, entre otros, los referidos a su estancia en Reñaca en casa de mi madre. Te felicito por tu decisión de rescatar la memoria de quienes admiras y quieres y entregaron sus mejores esfuerzos en pro de nuestro país y su gente.
Te saluda afectuosamente
Andrés del Campo Hamel
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