martes, 1 de julio de 2008

De Allende, historias fragmentadas, legados familiares y otras yerbas.


De la Comandancia del Regimiento Rancagua Nº 4 de Arica pasó al mando del 4º de Líneas de Tacna. Entregó el cuartel del regimiento y la ciudad a las autoridades de Perú de acuerdo al tratado del año 1929. Ese era mi abuelo, el último Comandante de Infantería chileno en Tacna, Héctor Suárez. Las historias personales definitivamente no pueden ser producto de la casualidad. Las vidas a veces van en paralelo y llega un momento en que se entrelazan.

En el natalicio de Salvador Allende, Fidel Castro en sus palabras rememora: “Ingresa voluntario al servicio militar en el Regimiento Coraceros de Viña del Mar. Solicita traslado al Regimiento Lanceros de Tacna, un enclave chileno en el norte seco y semidesértico, posteriormente devuelto a Perú”. Y descubro – al menos para mí- algo absolutamente nuevo y sorprendente: Mi abuelo y Salvador Allende por los años 27 o 28 transitaron por los mismos caminos. Si se conocieron o no, eso ya es otro cuento.

Corría el verano del año 1952 y mi padre, Jaime Suárez, había viajado de Concepción a disfrutar de sus vacaciones universitarias en Osorno, y ahí registró una experiencia, que quizás entonces no valoró en su total dimensión. Conoció a Salvador Allende.

Entre sus tantos escritos, todos guardados y cuidados por mí, pensando que a lo mejor el destino me premie y pueda dedicarme a ordenarlos, sistematizarlos y publicarlos (bueno, ésa será otra historia), encuentro una nota de puño y letra de Jaime con sus recuerdos:

“Un pequeño grupo que avanzaba hacia el Hotel Burnier llamó particularmente mi atención. Santiago Rozas Angulo, dirigente socialista, Rigoberto Cossio dirigente radical, Enrique Zapata, dirigente comunista y otros acompañaban a políticos “afuerinos”. “Chachao” Rozas, al divisarme, me llamó con mucho afecto. Cruce la calle y fui a la puerta del Hotel. Santiago Rojas me presentó al Senador por Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes, el Dr. Salvador Allende. Joven y desenvuelto, lentes sin marcos, elegante, me saludó como si yo hubiese sido importante…El era el candidato a Presidente de la República, por el Frente del Pueblo y se encontraba en la zona realizando su campaña. Posteriormente me preguntó si podía acompañarlos, esa misma tarde, al campo.”
“En la población de los trabajadores de Pilmaiquén se realizó la concentración. Sobre un cajón de azúcar vacío, con un simple megáfono, los oradores se dirigían a una reducida pero entusiasta concurrencia. Retuve, para el resto de mi vida, la imagen de la silueta de ese viejo líder comunista de verbo apasionado y vigoroso, Elías Lafferte.”

En el mes de abril de 1987, a su regreso a México DF de un viaje a La Habana, Jaime nos escribe una carta a Bernardo y a mí. Es enfático en aclarar que se encuentra bien de salud, para que no vayamos a caer –con ese particular sentido necrológico que nos caracteriza a los chilenos- en la sospecha de que sus opiniones son testamentarias. En ese texto señala categórico:

“Les he dicho y lo repito: mi mayor orgullo está en haber sido colaborador de Allende. Cualquiera de esos pobres diablos que sean retractores no pueden borrar las tres líneas de la historia de Chile”

Continúo revisando papeles, cartas, escritos, recortes de diarios en un afán de reconstruir nuestra historia familiar, fragmentada, con muy pocas fotos de la infancia y de pronto encuentro una foto mia. Fue captata en el Parque Matías Cousiño (actualmente Parque O”Higgins”). Año 1964, concentración del FRAP (Frente de Acción Popular), cierre de campaña de la candidatura del Dr. Salvador Allende. No falta la bandera de Viva Allende. Miro mi foto y me emociono. El ser regalona de mi padre en mi vida fue de dulce y agraz, pero puesto en una balanza siempre será más de dulce. Imposible no recordar las idas a Guardia Vieja, los encuentros en San Martín, en el Senado. Recordar la eterna broma diciendo mi lápida será: Aquí yace el futuro presidente de Chile. Luego vendría el Gobierno en la Intendencia de Valparaíso y al año siguiente en la Intendencia de Concepción.

El 26 de junio en la Plaza de la Constitución, todo estaba preparado para el acto de su centenario: un gran escenario, sillas dispuestas para los invitados especiales y también vallas de seguridad para contener al pueblo allendista. Veo rostros emocionados y tomo fotos; saludo a compañeros, converso con una señora con la que estamos apoyadas en la reja. Me encuentro con uno de los nietos de Carlos Prats y comentamos el acto. Hablando con mí hermano, Bernardo, le cuento mis impresiones sobre la selectividad del homenaje con un dejo de amargura y él desde Moscú me dice: ¿y qué esperabas?


Imaginé a Allende, 56 años atrás, sobre un cajón de azúcar vacío, megáfono en mano, hablando de la sociedad mejor que quería construir.

3 comentarios:

Elinett dijo...

Querida Cecilia:
sorprendente tu relato que me entusiasmaba a cada palabra leída, transportandome a aquellos tiempos de lucha sin cuartel, donde todo era distinto y bien que asi tenía que ser, porque eran otros tiempos, otras las realidades, y que sin ellas tal y como fueron, tampoco estaríamos en estas vivencias del presente. Pero tu eres muy mala porque aterrizas bruscamente en esta realidad que a muchos nos tiene consternados, espectantes de como es que debieran quizas ser las cosas, porque asi como son no nos agradan, no nos gustan, nos incomodan. Pero tu además eres muy pilla porque planteas el tema, el asunto, la cosa... y tiras el tejo sin avanzar o anticipar una respuesta.

Creo como tu que precisamente son los momentos sublimes, las epopeyas, las fechas, las conmemoraciones, etc., las que nos invitan a la reflexión, y quienes aun tenemos la capacidad de sorprendernos no podríamos estar mas de acuerdo contigo, sobre las formas y el fondo que tienen hoy las manifestaciones políticas de todo tipo a las que asistimos de cuando en cuando. Me recorde por ejemplo cuando hace unos meses largos, con motivo de la primera visita a la Villa Grimaldi de la Presidenta Bachelet en esa calidad (fue en el primer año de su gobierno), a una de las típicas conmemoraciones que alli se hacen hace mucho, y que tienen como asistentes estables a una gran cantidad de compañeros y compañeras entre las que me encuentro junto a mi familia, y que en esa oportunidad no pudieron entrar porque no tenían invitación expresa (aclaro que yo no asisti pero parte de mi familia si y no tuvieron problemas). Lo que escuche luego de ese momento, fue el llanto de algunos porque con cuanta ilusión fueron como siempre a Villa Grimaldi, porque por primera vez iban a tener el honor de compartir lo que siempre hicieron con la Compañera Presidenta, y no lo pudieron hacer porque alguien dijo o estableció que algunos entraban y otros no. Esos momentos fueron duros, por la impresión de que de nada valió finalmente haber llegado a elevar a una de las nuestras a la mas alta magistratura, para que al final del dia las cosas sigan tal y cual venían desarrollándose, donde en vez de conquistar mas espacios, y libertades, y felicidades, nos encontramos que las diferencias se agrandan, y tenemos menos espacios, menos igualdad, menos libertad y consolidamos la desazón y la tristeza en vez de la felicidad.

La pregunta para mi a estas alturas de la vida es una sola: Es que hemos ganado?, cuanto hemos ganado? es que la gente ha ganado? No puedo terminar el comentario sin decir que SÍ, la gente ha ganado y mucho con este periodo de varios gobiernos de concertación. Nosotros los militantes hemos ganado la libertad de serlo, muchos chilenos han ganado el vivir en la patria (los exiliados), los chilenos ya no peligran de que los apresen, los desaparezcan, los degollen o quemen, en fin, el derecho a la vida es un bien hoy en Chile y por algun tiempo no lo fue. La situación económica es sin duda mucho mejor que hace unos años, las espectativas de crecimiento son claras para todos: las emprsas y las personas. Pero aun faltan muchas cosas, la atención la quiero centrar precisamente en las cosas que faltan: educación (mas y mejor), medios de comunicación adecuados, fortalecimiento de la sociedad civil y de su organización, y partidos políticos fuertes, acerados y disponibles para dar vanguardia (conducción) a las siguientes luchas que tenemos que dar a fn de continuar hasta que sea posible que la vida de las gentes, personas y pueblos sean las que se supone queremos: libres, con igualdad, y sin frenos al desarrollo y la felicidad. Es decir, el sueño de los socialistas no es viable, el sueño de Allende no es viable hoy en día. El sueño de nuestros caídos, de nuestros muertos, no es viable hoy día. ESE ES EL PUNTO QUE HAY QUE MIRAR. Y esto no es un tema del gobierno, este es el tema de los partidos, de nuestro partido. De la ideología? de la política?

Y miren que casualidad, los faltantes mas bien son los temas valoricos, culturales, no los materiales que afligen a la sociedad, quizas es por eso que los sueños no se ven viables? Porque lo mas facil es saldar las cosas materiales, estas se pierden y se reproducen faciles. Pero las otras?
Esto no es el azar, esto es lo que tenemos que develar. Aqui siguen ganando unos y retrocediendo otros.... Correlacion de fuerzas le decíamos antes...

Bueno, es mucho lo que podemos decir, pero ya no hay mas tiempo. te agredezco que provoques y que logres que la llama que creemos apagada se prenda de vez en cuando.

Elinett.

Anónimo dijo...

Las envidio por la pertenencia y el derecho adquirido a patalear, a veces muy dolorosamente adquirido.
Que me siento un poco huerfana de no tener lugar de nacimiento, ni haber militado, Caletones, Sewel el hospital donde lloré por primera vez,ya no existe y vagué timidamente en política muy asustada a veces.
A pesar de eso mi país es este y mis gobiernos son estos y estoy agradecida que no te hayan invitado al centenario, por estar una vez mas al otro lado de la barrera, me invitaste a pensar en las inclusiones y exclusiones.
Qué importa la "importancia personal"?
Cuál es el límite de la barrera que nos permite ser libres para opinar?
gracias por abrir este lugar
Laura

Anónimo dijo...

Querida Cecilia

Gracias por la invitación al recuerdo, a la emoción.
Sin dudas que nos hace bien traer esos momentos de la historia al presente, en estos días en que la realidad nos golpea por lo brutal y ya varios se preguntan ¿donde iremos? y otros, ¿donde se fueron?.
Cuando el viernes 27 en la noche miraba la Moneda esperando al Inti (a los de la música y al Inti de los Incas) no podía contener las emociones por las historias vividas, por las penas y alegrías.
Las penas de lo perdido, las alegrías de haber sido parte del proceso de mayores cambios y mayores sueños de nuestra historia.
Una de las primeras sensaciones fue el impacto de la imagen de la Moneda destruida que me trajo de inmediato el recuerdo de un 15 de septiembre de 1973, cuando volvía apenas de Valparaíso sin saber ¿donde iremos? y ¿donde se fueron?. Venía con unas pocas ropas y con el bolsito de estudiante, de esos de la época, porque no teníamos mochila; y caminando por teatinos al mirar la Moneda, fue ver el proyecto destruido.

También tuve esa noche del centenario, alegrías, no sólo por ver a compañeras y compañeros, sino por ver también jóvenes que están en ésta.
Reviví la alegría cuando el 71 me sentía muy parte del proceso y un día de julio, durante el trabajo voluntario de reconstrucción por el terremoto, por el camino polvoriento de Lampa, un grupo de los Fiat 125 se detuvo. Esa parada fue a solicitud del Presidente, con todo lo que vivía el país en esos días, se dio el tiempo de conversar con nosotros, unos siete u ocho "chiquillos de mierda" que pensaban en Chile levantando casas.
Nunca olvidé aquella conversación y las palabras de despedida "gracias compañeros, Uds. son el futuro de la Patria"
¿seremos eso?.

Salvador Allende es eso, es historia, es presente, es futuro. Por eso tenemos que aclarar donde iremos y responder donde se fueron. Donde están las ideas, los sueños, las gentes.

A pesar de todo coincido con la Elinett en que ante la pregunta ¿que hemos ganado? es que la gente ha ganado? y su respuesta es SI, hemos ganado.
Pero nada suficiente aun y ni lejos de los sueños que teníamos cuando peleábamos por respirar algo de democracia en los 80. Tal vez los más difícil ahora es pelear con nosotros mismos, con nuestras conciencias, con nuestras desviaciones. Eso es también por lo que pelean los "chiquillos de mierda" de estos días.


Que bueno este espacio Cecilia, tal vez podamos discutir ¿donde iremos? y averiguar ¿donde se fueron?

un abrazo
Chago